Hola.
Soy Rebecca, de la que los otros dos
hablan en algunas de sus entradas; y por fin, me doy el tiempo de escribir
aquí. Hay mucho y a la vez tan poco de lo que he estado pensando compartir con
ustedes, como Lisa explicó estoy viviendo fuera de mi país y ha sido una
experiencia loquísima en todos los sentidos.
Me detienen de escribir aquí la falta de
organización en mis tiempos, la falta de inspiración, la poca experiencia en
blogs y, lo acepto, el miedo a que nadie me lea. Pero si alguien me lee y además
le sirven de algo mis palabras, por favor hágamelo saber para no renunciar.
Y pues tal parece que mis amigos que
tanto se rehúsan a caer en los brazos del amor, están muy en ánimos de escribir
acerca del mismo todo el tiempo. Por eso, me dedico a seguir con éste tan
largo, profundo y escandaloso tema.
Ayer escuche un mensaje sobre cómo
nuestras decisiones actuales afectan vidas, muchas vidas. Por pequeñas que
parecen ser algunas de éstas decisiones, terminarán afectando a las
generaciones que vienen después de nosotros. Porque al final de cuentas, muchas
cosas que vivimos y experimentamos en nuestra vida fueron resultado de las
decisiones, buenas o malas, que nuestros padres y abuelos tomaron un día.
Todos los días tomamos tantas decisiones,
desde decidir si te levantas al escuchar tu alarma o la apagas y sigues
durmiendo cinco minutos más (que, la
verdad, nunca son sólo cinco minutos), me baño o no me baño, qué pantalones me
pongo, qué zapatos, me peino o no me peino. Qué voy a desayunar, o mejor no desayuno.
Café o té. Y esas decisiones definen muchas veces el curso del día que apenas
vas comenzando.
Pero hay otras decisiones que no sólo
afectan un día, afectan el resto de tus días. Cómo, cuándo, dónde, quién, qué,
porqué… y la lista sigue y sigue.
Y unas de las más importantes resulta ser:
Quién?
Si, quién.
¡La pregunta del millón!
Quién te rodea? Quiénes son tus amigos?
Con quién pasas la mayor parte del tiempo? En quién confías? Y con quién haces
tu vida todos los días?
Nunca subestimes lo importante que es
rodearte de buena compañía. Rodéate de personas que te retan, te hacen crecer,
te animan, te apoyan, creen en ti, te confrontan en tus errores y te hacen
crecer; de los que pueden ser un refugio en tiempos complicados, que cuando te
caes te levantan y que te aman igual cuando estás por los suelos y cuando estás
en la cima del éxito. Y, por favor, aléjate de aquellos que te absorben, te
hacen menos, te arrastran a lo peor y te animan a seguir en fracaso.
No se trata de encerrarte en una burbuja
de buenas y perfectas personas, pero escoge bien a tus más cercanos, a tus
íntimos, a los que llenan tu vida de lo bueno. Dicen por ahí que uno termina
siendo como las cinco personas con las que más tiempo pasa. Porque las
actitudes, pensamientos, gustos, sueños, modales y hábitos se contagian quieras
o no.
Y en el quién, esta el gran QUIÉN…
Con quién vas a pasar el resto de tus
días? Quién va a ser la primer persona que veas al despertar y la última antes
de dormir? Quién va a estar ahí celebrando tus victorias y confortándote en las
derrotas? Quién va a disfrutar contigo tus mejores momentos y a atravesar
contigo los más difíciles?
Y la cuestión es que la decisión final
está en ti, y para eso dejo algunos puntos que creo vale la pena tomar en
cuenta a la hora de decidir quién, seas hombre o mujer:
1. Encuentra a alguien que
te haga reír
La vida a
veces se pone muy seria, necesitas a alguien que pueda poner una sonrisa en tu
rostro y hasta sacarte una carcajada en esos días que todo parece estar saliendo
mal.
2. Encuentra a alguien con energía.
Nadie quiere
pasar el resto de su vida con un holgazán. Encuentra a alguien con energía, con
ganas de hacer algo divertido en medio de la rutina diaria en la que fácilmente
nos sumergimos; alguien a quien aún después de un largo día de trabajo le queden
ganas de pasar un buen rato.
3. Encuentra a alguien que
te atraiga.
No hablo de
que busques al típico estereotipo de belleza
que Hollywood nos da. La verdad es que todos somos atractivos para alguien. No
importa si para el mundo entero es la persona más fea, importa que para ti sea
la mas persona más hermosa.
4. Encuentra a alguien que
no busque competir contigo.
Esta sociedad
esta llena de competencias, todos quieren ser mejores que el vecino. Y vivir
compitiendo con tu pareja es deprimente. Busca a alguien que esté orgulloso de
tus logros, que festeje cuando ganes y sea feliz con cada uno de tus éxitos.
Creo que si encuentras a alguien así te
espera una vida mucho mejor que el estándar que dicta la sociedad, y si ya lo tienes… no lo dejes ir!
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